La 64ª sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW) ha quedado reducida a un día de reunión de los gobiernos para aprobar una floja declaración política.
Este año, la CSW se centraba en el 25 aniversario de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Beijing en 1995 y que está marcando las agendas internacionales sobre los derechos de las mujeres. El objetivo de las sesiones en Nueva York era evaluar e impulsar la aplicación de la llamada Declaración de Beijing y de su Plataforma de Acción.
Pero el temor a la expansión del coronavirus ha producido la cancelación de todos los eventos programados, entre ellos los que contaban con la participación de numerosas organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo, que cumplen un papel importante en las negociaciones para la aprobación de conclusiones de esta Comisión de la ONU. De hecho, múltiples organizaciones han pedido que las sesiones fueran aplazadas, para garantizar dicha participación social. Pero la decisión fue otra: comprimir las sesiones en una única jornada en la que los gobiernos deben aprobar la declaración final.
La presidenta de la Coalición Internacional por la Salud de las Mujeres (International Women’s Health Coalition IWHC), Françoise Girard ha declarado:
“El movimiento feminista global ha dejado en claro que una sesión de un solo día en Nueva York para diplomáticos sería inadecuada y cerraría las voces de los grupos de mujeres en la reunión anual más grande del mundo sobre igualdad de género».
Muchas de las organizaciones europeas que iban a estar presentes en las sesiones de Nueva York lo hacían como integrantes de Countdown2030 Europe, que agrupa a organizaciones de 12 países europeos, entre ellas la FPFE. Entre los objetivos de esta delegación estaban incidir para que haya compromisos más concretos y financiados para la universalización del acceso a los servicios de salud reproductiva y de planificación familiar, tal como se explica en su campaña #BecauseSheCounts y que los gobiernos europeos sigan mantenido sus compromisos con la salud sexual y reproductiva en las políticas para el desarrollo, tal y como lo han hecho el último año de acuerdo con el último informe de esta red: Los países donantes europeos, comprometidos.
En la declaración política, los gobiernos reconocen que han aparecido nuevos desafíos, y se comprometen a abordar las brechas en la aplicación de medidas en 12 áreas relacionadas con la situación de las mujeres: pobreza; educación y formación; salud; violencia contra las mujeres; conflictos armados; economía; las mujeres en los procesos de toma de decisión y en el poder; mecanismos institucionales para el avance de las mujeres; derechos humanos; medios de comunicación; medio ambiente e infancia.
Lee la Declaración de la DSW64
Sin embargo, no se concretan las medidas a tomar por parte de los gobiernos, y los derechos sexuales y reproductivos son inexistentes. Tanto, que ni siquiera se citan en la declaración. El bloque de países que conforman la Unión Europea, junto con Reino Unido y la mayoría de países de América Latina, liderados por México y Argentina, han lamentado que la exclusión de referencias a la salud y los derechos sexuales y reproductivos en un enorme paso atrás en un año en el que se conmemoran varios hitos históricos para la igualdad de género. Otros países como Noruega, Canadá, Islandia, Liechtenstein, Austria o Suiza, han defendido también la inclusión de este ámbito que finalmente se ha excluido bajo la presión de diversos países liderados por Estados Unidos.
Declaración alternativa del movimiento feminista
Las más de 200 organizaciones de todo el mundo que conforman el ‘Caucus’ por los Derechos de las Mujeres han consensuado una declaración alternativa a la de la CSW, en la que se exige a los gobiernos una serie de medidas en todos los frentes y se denuncia su falta de compromiso:
«Hemos pasado los últimos 25 años defendiendo los compromisos hechos en Beijing mientras que los grupos reaccionarios han intentado socavarlos con todas sus fuerzas. Los resultados de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, en vez de asumirse como pasos importantes hacia la siguiente agenda feminista progresista, se han convertido en el límite máximo que los Estados no quieren pasar».