Cuando las inscripciones a los cursos sobre educación sexual superan las expectativas, es porque las familias saben que tener más herramientas y acompañamiento les beneficia
Acabamos de impartir un curso dirigido a familias y organizado por la Consejería de Educación, Cultura y Deportes de Castilla-La Mancha. En la primera hora de apertura del curso se recibieron 1.000 inscripciones, que son el triple de las plazas que se había previsto cubrir para la formación. Este éxito en la convocatoria pone de manifiesto la importancia que la educación sexual tiene para las familias, y la necesidad que tienen de contar con herramientas y con acompañamiento.
¿Qué hacemos en estos cursos?
El curso ha constado de tres sesiones de dos horas cada una, en las que hemos ido trazando algunas cuestiones teóricas relacionadas con la importancia de la educación sexual, para luego entrar en otras más prácticas: cómo responder preguntas; qué temas «sacar» cuando los hijos y las hijas no preguntan; cómo hacer saber que estamos ahí si surge una dificultad, o cómo ofrecer un mapa de valores que sirva a chicos y chicas para tomar sus primeras decisiones.
Además, durante la primera sesión del curso las familias comparten sus monstruos, esos temores relacionados con las dificultades que puedan experimentar sus hijos e hijas y que para estos últimos también son monstruos. Y nos encontramos muchas veces con familias que nos expresan su inseguridad y su inacción por falta de recursos. No hay que olvidar que en la casi totalidad de los casos, tienen que abordar la sexualidad en familia sin que en su momento recibieran educación sexual.
A las familias que han participado en nuestro último curso en Castilla La Mancha les preocupan estas cuestiones. Preocupaciones que son compartidas por muchas otras familias en nuestro país:
- Que sus hijos e hijas no hagan caso a sus recomendaciones.
- Que no quieran hablar ni que se les hable de estas cuestiones.
- Que no tengan herramientas suficientes para gestionar su sexualidad.
- El fácil acceso a la pornografía.
- Internet, las redes sociales, y el nivel de desinformación que suponen.
- Poder empezar a tiempo para acompañar sus dudas y procesos.
- Cómo y cuándo empezar a hablar de sexo.
- No saber cómo abordar determinadas cuestiones.
- No saber responder de manera adecuada a sus inquietudes.
Nuestros cursos con familias tratan de dar respuesta a estos temores incidiendo en dos cuestiones importantes. La primera es que para hacer educación sexual desde la familia no es necesario convertirse en expertos y expertas, sino trabajar día a día para que los hijos e hijas se sientan respondidos, y para garantizar que saben que estamos ahí si nos necesitan. La segunda es que la realidad nos demuestra que de manera consciente o inconsciente, siempre hacemos educación sexual en casa; por acción o omisión. Así que, ¿por qué no hacerla contando con las herramientas más adecuadas?