“Resulta imprescindible y urgente que luchemos contra las brutales imposiciones de género, pero no podemos pedir que sean los chicos y chicas transexuales quienes abanderen esa transformación de la sociedad.”

Aingeru Mayor
Sexólogo y padre de dos hijas, una con vulva y otra con pene. Es autor de los libros “Niñas y niños. Cada una, cada uno diferente” y “Tránsitos. Comprender la transexualidad infantil y juvenil a través de los relatos de padres y madres”. Forma parte de la asociación Naizen, que agrupa a más de 200 familias de niños y niñas trans de toda Euskadi.
¿Se ha producido un avance respecto a la visibilización de la transexualidad? ¿Esta mayor visibilidad explicaría el aumento de consultas sobre transexualidad en los últimos años?
Se ha producido un avance enorme en muy poco tiempo, porque hace diez años era una realidad invisible y también impensable; no era posible afirmar que una niña pudiera tener pene o que un niño pudiera tener vulva. Mostrar esta realidad en noticias y otros espacios no sólo la ha hecho visible, sino también pensable. Además, visibilizar la transexualidad ha hecho que las familias sean capaces de identificarla. Hay familias que llevan tiempo viendo un sufrimiento que no entienden y que, tras un reportaje, se dan cuenta de que lo que están viendo es lo mismo que ocurre en su casa. La información y el conocimiento hacen que las familias no sólo sean capaces de entender qué está ocurriendo, sino también de acompañar a sus hijos e hijas. La aparición de casos en el Estado Español ha sido exponencial; la mayor información ha propiciado más consultas y, a su vez, más procesos de comprensión y aceptación que han podido convertirse en nuevas noticias. En este sentido, hay que agradecer mucho a las familias que deciden sacrificar su intimidad para hacer que el conocimiento de esta realidad avance.
Teniendo en cuenta la evidencia que existe respecto a la identidad sexual, ¿debemos entenderla como algo en desarrollo o, por el contrario, como una información estable y grabada a fuego en el cerebro?
Nos encontramos al principio del camino respecto al conocimiento sobre esta realidad y vamos a necesitar mucha más investigación para poder comprenderla en profundidad. Si definimos la identidad sexual como la propia manera de ser hombre o mujer, ésta se desarrolla a lo largo de toda la vida y en el caso de todas las personas. Otra cuestión diferente es lo que podemos denominar autopercepción; el hecho de que cada persona sabe si es un hombre o una mujer. Con la información de la que disponemos, parece que esta autopercepción permanece estable a lo largo de toda la vida y que se puede empezar a expresar desde muy tierna edad, desde el mismo momento en el que se produce la conquista de lenguaje. Otra cuestión es que los niños y las niñas no comprendan hasta más tarde que el sexo de alguien, incluido el propio, no varía con el tiempo.
¿Qué implica la posibilidad de autodeterminación por parte de los/as menores trans? ¿Supone una mayor garantía de que sean felices?
Se habla del derecho a la autodeterminación y es algo que puede llevar a confusión, puesto que podría parecer que es la propia persona quien decide lo que quiere ser; quizás no sea el término más adecuado, pero como es el que se está utilizando, es importante aclarar que no se trata de que las personas puedan decidir “ahora soy un chico” o “ahora soy una chica”, sino del hecho de que cada persona es la única que puede expresar y certificar cuál es su identidad sexual. No hay ninguna otra prueba ni forma de valorarlo.
La lucha actual se centra en el reconocimiento legal de la identidad sexual expresada por la persona; es decir, si una persona dice que es un hombre o una mujer, que nadie pueda ponerlo en duda. En este sentido conocemos ya a la primera generación de niños y niñas transexuales[1] que están viviendo sus infancias con tranquilidad, felices y sin malestar (bueno, con las dificultades que puede tener cualquier niño o niña), puesto que su sufrimiento tiene que ver principalmente con la negación de su identidad sexual. Empezamos a contar con investigaciones científicas que demuestran que, cuando se reconoce la identidad sexual de estos niños y niñas, mejoran los indicadores que tienen que ver con su calidad de vida. En la medida en que no se realice un reconocimiento legal de su sexo, se les genera sufrimiento. Es importante que la información que aparece en los documentos legales sea la real. En algunas comunidades autónomas como Euskadi o Navarra esto ya se garantiza, sin que haya supuesto ningún problema.
Escuchamos de forma habitual, y a veces confusa, términos como género, sexo, identidad… ¿crees que se está explicando bien qué es la transexualidad para que todo el mundo lo entienda?
La mayor parte del debate que se ha producido en el marco de la ley trans ha sido un despropósito terminológico. Se utilizan términos desde muchos lugares diferentes del debate con significados diferentes y de manera incorrecta que confunden, lo que hace muy difícil llegar a entendimientos entre miradas diferentes. Es importante ser conscientes de que en los últimos años se han ido dando las posibilidades de comprender esta realidad y de poder usar términos que nos permitan comprenderla mejor. Pero el debate no ha recogido ese avance terminológico; así, en la medida en la que las palabras no ayudan a comprender, se genera ruido que dificulta que se pueda avanzar con serenidad.
¿Crees que es un temor fundado el hecho de que haya familias que puedan confundir la “verdadera” transexualidad con la trasgresión de los roles de género por parte de algunos/as niños/as?
En el marco del acompañamiento a las familias, el objetivo no es saber si estamos o no ante un caso de transexualidad; lo que interesa es observar y comprender lo que le ocurre a ese niño o niña, y tratar de atender sus necesidades. Si una familia está preocupada porque su hijo quiere ponerse una falda, la pregunta no es si ese niño es una niña, sino por qué no le dejamos llevar falda. Hay niños que expresan gustos más femeninos y, desde el sentido común, esto no tendría que suponer ningún problema, aunque sí desde las normas sociales, que castigan la trasgresión de los roles de género; es más, las imposiciones de género funcionan como una apisonadora. Por otra parte, si la consulta de la familia tiene que ver con que quienes piensan que es su hijo dice que es una niña, el acompañamiento va a estar dirigido siempre a escuchar y acompañar sus necesidades para que pueda vivir una vida feliz.
¿Debemos tener miedo a los riesgos vinculados al desistimiento?
Hay quien a veces dice “¿y si luego cambia de opinión?”. Lo primero a tener en cuenta es que no se trata de una opinión, sino de la expresión de la propia identidad sexual.
Por otra parte, esas madres y padres a quienes se acusa en ocasiones de “impulsar” la transexualidad de sus hijas e hijos, son, durante mucho tiempo, y no por mala voluntad sino por falta de conocimiento, y por lo tanto incapacidad de acompañar algo que desconocen, los principales negadores de la realidad de sus hijas e hijos y, por lo tanto, los garantes de su sufrimiento. Y esas madres y padres, aunque no lo expresen, en muchos casos esperan y desean que se produzca ese cambio porque desde su mirada y desde sus miedos ser un hombre con vulva o una mujer con pene va a suponerles muchas desventajas y mucho sufrimiento. Pero ese cambio no se da. Ha habido algunos pocos casos que se han convertido en mediáticos, en los que habría que comprender qué ha sucedido realmente en esos procesos vitales, pero que además son anecdóticos. Lo que no podemos hacer es negar el acompañamiento a los miles de niños y niñas que lo necesitan porque haya un caso puntual que hubiese necesitado otro tipo de acompañamiento.
¿Ocurre algo parecido con la hormonación?
Respecto a la hormonación, hasta la pubertad estos niños y niñas no necesitan ningún tratamiento médico en relación con su identidad sexual; bueno, lo que necesitan es que se les trate bien, reconociendo su sexo. Hay algunos casos en los que se requiere acompañamiento psicológico, pero no debido a su identidad sexual, sino por el sufrimiento extremo que viven a causa de la negación de ésta por parte de quienes les rodean.
Cuando comienza la pubertad comienza el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios. Y, por ejemplo, igual que las niñas que tienen vulva, las niñas con pene se preocupan por el pecho o por el vello facial. Hay quien dice en relación con las chicas y chicos en situación de transexualidad que habrá que luchar contra las imposiciones de género, y que sería mejor no hormonarse y que las chicas con pene fuesen capaces de vivir con barba o los chicos con vulva con la menstruación. Y es verdad que resulta imprescindible y urgente que luchemos contra las brutales imposiciones de género, pero no podemos pedir que sean los chicos y chicas transexuales quienes abanderen esa transformación de la sociedad. Bastante tienen la mayoría de estas chicas y chicos jóvenes con salir del malestar y poder vivir una vida digna. Por cierto, el malestar en la pubertad en relación con el cuerpo está siempre muy unido a la mirada y el juicio de los demás y, de hecho, debemos trabajar para que se deje de machacar con las imposiciones de género en relación con los cuerpos; pero en el caso de estos chicos y chicas, además, supone un cuestionamiento de su identidad.
Una dimensión fundamental a trabajar con estas chicas y chicos es el cultivo del propio cuerpo sin que ello implique, por supuesto, juzgar si intervienen o no en él sea a través de hormonación o, más adelante y en algunos casos, a través de la cirugía. En este sentido, la mayoría de chicos y chicas no quieren que se desarrollen los caracteres sexuales secundarios y para eso contamos con la tecnología de los bloqueadores hormonales, que detienen la pubertad, así como con tratamientos endocrinológicos cruzados. Desconocemos algunos efectos a largo plazo, pero es importante poner en la balanza si la mejora de calidad de vida (y, en muchos casos, estamos hablando de autolesiones, ideación suicida e intentos de suicidio…) compensa que puedan sufrir, por ejemplo, osteoporosis en la tercera edad.
¿Cuánto les sirve a las familias que se acercan a vuestra asociación el relato de otras familias?
Para una familia que se encuentra en la oscuridad y que ve que su hijo/a está sufriendo sin ser capaz de comprenderlo, conocer los relatos de otras familias es un bálsamo, ya que significa poder imaginar la luz al final de ese túnel de oscuridad.
“¿Pero es verdad que vosotros vivís como se os ve?”, preguntan algunas familias nuevas a las familias que llevan ya un tiempo en la asociación. Y cuando puedes ver que tu futuro no tiene por qué ser el sufrimiento actual ni el futuro peor que te imaginas, es una pasada. Hablar con otras familias supone acceder a herramientas, pistas e ideas que facilitan el camino porque otros lo han transitado; y nuestra asociación les da la posibilidad de no caminar solas. Es cierto que las familias cada vez llegan menos mal porque han podido acceder a más información, y que antes llegaban más deterioradas. Desde la asociación se las escucha, se les ofrece información y conocimiento. En este acompañar las necesidades, sin diagnosticar, se ofrece una comunidad donde poder sentirse en calma, compartir, creciendo y caminando.
___________
[1] Estos niños y niñas nunca se autodenominan en la infancia como transexuales. Dicen “soy un niño o soy una niña».
___________
Entrevista realizada por Raquel Hurtado, Responsable de Intervención Social de SEDRA-FPFE, para la revista Diálogos de septiembre de 2021.