Aprovechamos el Día Mundial de la Menopausia para hablar de esta etapa que muchas veces genera miedos. A nuestros servicios llegan mujeres preocupadas por los cambios y los mitos.
A medida que pasan los años, la fertilidad disminuye hasta que llega un momento en el que se detiene la producción de óvulos y, por lo tanto, las posibilidades de reproducción. A este momento se le denomina menopausia, y se encuentra rodeado por un periodo intermedio, el climaterio, en el que se producen una serie de cambios hormonales que tienen diferentes efectos en la vida de las mujeres. Estamos ante el fin de un proceso que comienza con la primera menstruación, la menarquia, en la que también se experimentan cambios hormonales y corporales, que, en este caso, permiten la producción de óvulos maduros y, por lo tanto, la reproducción.
Resulta muy importante tener en cuenta que lo que finaliza es algo concreto, la capacidad reproductiva (por muy importante que sea para algunas mujeres), pero no la sexualidad, que es un aspecto mucho más amplio. Las mujeres que han atravesado la menopausia no podrán reproducirse, pero seguirán teniendo capacidad para sentir deseo y experimentar placer; para enamorarse y vincularse. Y para despertar el deseo de otras personas, porque la belleza y el atractivo no se circunscriben a la juventud.
Una mujer no deja de ser mujer por perder su capacidad reproductiva; de la misma manera que la menarquia no nos convierte en mujeres, la menopausia no hace que dejemos de serlo.
No todas las mujeres viven esta etapa de la misma manera, aunque sí existen algunos signos frecuentes, que van más allá de los sofocos, y de los que muchas veces no se habla. Son habituales los cambios en la respuesta sexual (disminución de la lubricación vaginal, dolor durante o después de la penetración, o disminución del deseo sexual), pero también los cambios emocionales. Ni los unos ni los otros suelen abordarse en las consultas médicas, aun cuando el 22% de las mujeres tienen una vivencia negativa de esta etapa, que muchas veces está marcada por la depresión y la ansiedad.
No es de extrañar, teniendo en cuenta que vivimos en una constante lucha contra los signos del envejecimiento; y que, socialmente, identificamos la sexualidad con la penetración y la reproducción. El climaterio y la menopausia podrían (y deberían) estar vinculados al inicio de nuevos objetivos, la autorrealización y la independencia, pero muchas mujeres los enfrentan como un proceso amenazador en el que prevalece la inseguridad y la preocupación. Igual que ocurre con la menarquia, que también está marcada por numerosos miedos y tabúes.
Es hora de compartir, de expresar, tanto los miedos como las experiencias, y de seguir creciendo como hasta ahora. Porque llegar hasta aquí es indicativo de que estamos vivas. Y eso, amigas, sí hay que celebrarlo.