Desde que en 1968 la planificación familiar fue consagrada como un derecho, los avances han sido enormes para la vida de las mujeres. Lo dice un nuevo estudio mundial. Pero el lugar donde se vive, el nivel de ingresos, las normas sociales o la edad marcan desigualdades en la anticoncepción.
Hace sólo unos días nos pedía un medio de comunicación que explicáramos qué es la planificación familiar, porque había detectado cierta confusión.
Y es que el término quizá ya no resuene tanto en las generaciones más jóvenes. Pero su significado sigue siendo tremendamente importante para las vidas de todas las personas, y especialmente de las jóvenes: la planificación familiar consiste en planificar voluntariamente la maternidad y la paternidad. Es decir, en elegir si tener o no tener hijos/hijas, y en planificar cuántos hijos/hijas tener y cuándo tenerlos.
Es, por tanto, un derecho que todas las personas del mundo deberían poder ejercer, para que todas las maternidades puedan planificarse y todos los embarazos sean deseados. Este derecho tiene implicaciones fundamentales en la vida de las personas, especialmente las mujeres: cuando pueden planificar su maternidad, pueden planificar también sus estudios, su vida laboral, los cuidados que sus hijas/hijos requieren si es que los tienen; pueden tener una vida sexual sin miedo al embarazo no deseado; pueden, en definitiva, desarrollar su potencial como personas y asumir las riendas de su futuro. Poder tener acceso a la planificación familiar y por tanto a la anticoncepción puede cambiar sus vidas.
En 1968, Naciones Unidas proclamó que la planificación familiar es un derecho fundamental. El derecho a planificar la descendencia pasaba así de ser un asunto privado de las mujeres, a ser un ámbito a proteger e impulsar por parte de legisladores y gobiernos.
Grandes avances y grandes desigualdades
La revista The Lancet acaba de publicar un estudio mundial que recoge los enormes avances que se han producido en la capacidad de planificar la maternidad desde 1.970, así como lo que todavía falta para que todas las personas puedan usar anticoncepción si así lo desean y desde la información y la libertad de decidir.
De acuerdo con los datos recabados en el estudio publicado por The Lancet, el porcentaje de mujeres en edad reproductiva que usan métodos anticonceptivos modernos ha pasado del 28% en 1970 al 48% en 2019. La demanda satisfecha ha aumentado del 55% al 79%. Un gran avance que tiene que ver con el reconocimiento del derecho y también con la acción de miles de organizaciones que en todo el mundo han empujado para que dicho derecho sea una realidad para las mujeres.
Sin embargo, 163 millones de mujeres no tienen cubiertas sus necesidades de anticoncepción. Una brecha que en muy buena medida está determinada por el lugar donde se vive. Sigue habiendo enormes desigualdades en la disponibilidad de métodos eficaces y modernos y en el respeto social a la autonomía de las mujeres para decidir sobre su maternidad.
La investigación de The Lancet, llevada a cabo en 204 países y territorios, concluye que el 60% de las que no pudieron usar métodos de planificación familiar viven en el África subsahariana y el sur de Asia. También la edad es crucial. 43 millones de las mujeres sin sus necesidades anticonceptivas cubiertas tenían, en 2019, entre 15 y 24 años, justamente una edad muy importante de la vida, en la que se suelen completar los estudios e iniciarse la vida laboral, además de corresponderse con el comienzo de los encuentros sexuales que pueden producir un embarazo.
España: más condones, menos píldoras
España es el país europeo donde más mujeres utilizan el condón y menos la píldora, dice el estudio. Sobre esta particularidad y otros datos estatales nos ha preguntado Eldiario.es. Resumimos aquí algunas de nuestras reflexiones:
En Europa Occidental, la gran mayoría de mujeres pueden usar métodos anticonceptivos si así lo desean. También en España, aunque en este caso el porcentaje de necesidades anticonceptivas no satisfechas es más alto que la media europea. Mientras que en 2.019 había un 3,5% de necesidades insatisfechas en Europa occidental, este porcentaje fue de un 3,9% en España. Además, España y Portugal son los países de Europa occidental con la tasa más baja de uso de anticoncepción moderna.
Llevamos años señalando los motivos: la falta de información fiable y pública sobre los métodos anticonceptivos; la cantidad de mitos que persisten respecto a las hormonas y los efectos secundarios; la falta de educación sexual; las desigualdades en la atención y la financiación pública de la anticoncepción entre las comunidades autónomas o la falta de formación continua dirigida al personal sanitario sobre anticoncepción, entre otros.
Respecto al uso del condón, es en realidad una buena noticia, siempre que no signifique que hay dificultades para tener acceso a otros métodos. Como recordamos en Eldiario.es, “el condón tiene algo que los otros métodos no y es que previene las infecciones. Luego, más allá del dato de uso de preservativo hay que ver si se está utilizando correctamente. En general todo el mundo sabe ponerse bien un condón, pero estamos hablando de si se utiliza o no desde el inicio de la relación, de si se sabe negociar su uso…”.
En cualquier caso, es necesario seguir insistiendo en que una buena información y un buen acceso a anticonceptivos de última generación mejoraría la capacidad de elegir de las mujeres y de escoger un método que se adapte mejor a sus circunstancias en cada momento de su vida.