Hablamos con Lía Ornat Clemente, ginecóloga en el Clínico de Zaragoza y profesora, quien trabaja con mujeres mutiladas genitalmente y es experta en la prevención de esta mutilación.
¿Cómo fueron los inicios del trabajo sobre mutilación genital femenina?
Entre los años 2003 y 2004 notamos un incremento de población migrante en consulta. Nos dimos cuenta de que, cuando las mujeres venían desde África subsahariana y eran de Gambia o Senegal, se daba la circunstancia de que a casi todas se les había practicado la mutilación genital femenina. Fue entonces cuando empezamos a trabajar desde Médicos del Mundo sobre este tema. Hoy en día desarrollamos talleres de anticoncepción, cuidados prenatales, etc. y así tenemos la oportunidad de trabajar más con ellas, ya que es normalmente en esas circunstancias cuando te dicen lo que les ha pasado. A partir de ese momento también desarrollamos un proyecto de prevención de la mutilación genital femenina para niñas que viajaban a sus países de origen y que se ha convertido en un protocolo nacional.
¿Se suele trabajar con las familias este tema? ¿Es difícil aplicar el protocolo?
El protocolo está hecho en Aragón desde hace muchos años (2005) y está pensado para que, desde las consultas de pediatría y los colegios, se ponga en marcha en el momento en el que existe la posibilidad de que la menor vaya a viajar a su país de origen. Tras el contacto con la trabajadora social, las familias firman un contrato de examen a la vuelta del viaje. La disposición a firmar el contrato, que puede despertar temores, depende de la o el profesional que les atiende y de la relación que tenga con la familia; también de lo concienciada que ésta esté respecto al tema, si están a favor o en contra de que a su hija le practiquen la mutilación. Al tratarse de un protocolo de actuación general, no se realiza ningún proceso de mediación.
El problema de los/las profesionales muchas veces es que saben lo que es la mutilación, pero no han visto ninguna. Una mutilación te puede pasar desapercibida, puesto que hay muchos tipos; si no estás acostumbrada como profesional, algunas de ellas casi ni te llamarían la atención. Es cierto que intentamos no señalar en exceso el tema de la mutilación a la mujer; claro que estamos atentas a que nos pueda relatar síntomas o molestias asociadas a la mutilación para identificarla, pero tampoco se les insiste en el hecho de que están mutiladas para no centrar toda la intervención sólo en el aspecto anatómico y poder trabajar otros aspectos igual de importantes o más, como el contexto sociocultural o qué aspectos de su vida sexual pueden influir en su bienestar.
La pareja o el tipo de relaciones que mantienen son cuestiones fundamentales. Cuando te pones a entrevistar a las mujeres, muchas te cuentan sus experiencias de matrimonios forzados; hablamos en
muchos casos de mujeres con 14 o 15 años, que no siempre están en esa situación, pero sí en relaciones en las que no hay ni cariño ni amor, y en la que las relaciones eróticas se dan cuándo y cómo el marido quiere, sin tener en cuenta mucho más. Si, además, estas mujeres se encuentran en un país que no es el suyo, con otras costumbres, se ponen de manifiesto aspectos muy importantes del bienestar sexual (a nivel físico, psicológico y social) que hay que trabajar y que no es posible abordar si nos centramos exclusivamente en la mutilación física, en el caso de que la haya.
¿Cuál es el criterio de intervención? ¿Buscáis una aproximación multidisciplinar?
Se trata de intervenir quirúrgicamente únicamente si es necesario, que en determinados casos lo es. Pero muchos de los síntomas de los que las mujeres se quejan en la consulta no están asociados a la mutilación y tienen que ver con que su sexualidad o sus emociones no tienen importancia en su relación de pareja. Muchas veces mejoran solo diciéndoles cómo son sus genitales, abordando con ellas los diversos aspectos de su sexualidad. Además, los talleres sirven para que amplíen su mirada y tengan una red social, que conozcan otras cosas y en esas otras cosas mejore su calidad de vida. Hay psicólogos, sexólogos, matronas y otros profesionales para asegurar un abordaje completo a todas las complicaciones, no sólo las físicas. Creo que poco a poco hemos ido pasando de ser muy insistentes en el planteamiento de lo anatómico de la mutilación genital femenina a abrirnos a todo el contexto que la rodea.
Hace poco ha sido el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina. Todavía, lo que aparece en la prensa y en los proyectos de intervención que se realizan se centra en la mutilación como condición: “estás mutilada, eso es horrible; fíjate lo que te han hecho”. Por supuesto que la mutilación es importante, pero hay que abrir la visión y ver que la agresión que tenemos que tratar es todo el contexto de machismo que rodea a la mutilación genital femenina. Cada vez más vamos trabajando dando importancia a otros aspectos que conlleva el haber sido mutilada, que no son la mutilación en sí, sino el contexto social y psicológico no sólo de estas mujeres, sino también de otras que no han sido mutiladas o que lo están de otra manera; cada vez es más frecuente que chicas jóvenes occidentales soliciten una cirugía plástica en sus genitales, porque consideran que éstos no son normales o son poco estéticos.
A mí me está llamando mucho la atención en los últimos años. Veo bastantes chicas jóvenes con esta demanda y durante el último año prácticamente una a la semana solicita una labioplastia, muchas veces acompañada por su madre. No digo que no haya que operar, depende de ciertos muchos factores. Pero una labioplastia para acortar un trozo de labio menor equivaldría a una mutilación tipo 2, con sus consecuencias. En principio, se opera a estas chicas para que estén más contentas con su cuerpo y para que tengan mejores relaciones sexuales. Entonces, ¿por qué para estas chicas es algo que está “bien” y para otras es algo “horrible”? No es que quieran quitarse los labios internos para gustarte a sí mismas,
probablemente será para gustar a otra persona. O porque han visto o aprendido en el porno que eso es lo “normal”.
Todas/os los que estamos aquí pensamos más o menos igual. Es verdad que da reparo salir fuera y contarlo. La gente puede pensar que no estás dándole importancia a la mutilación y escandalizarse por ello. Ves las campañas en la tele y te das cuenta de que la gente está aún muy enfocada en eso. Hacer ese cambio de enfoque requiere estar muy metida y comprometida para ver más allá.
Por: Neus Martín de Vidales Ortíz Psicóloga y coordinadora de programas en Valencia de la FPFE
Fotografía de Mathieu Perrier en Unsplash